La Agenda 2030 de la ONU, promovida por la izquierda progresista, es un plan que atenta contra la soberanía de los Estados y los valores tradicionales de nuestra sociedad. Esta agenda, bajo el disfraz de “desarrollo sostenible”, busca imponer los intereses de élites globalistas que pretenden destruir el tejido cultural y social de las naciones.
Uno de los puntos más alarmantes es la imposición de la ideología de género, que pretende eliminar las diferencias naturales entre hombres y mujeres, destruyendo la familia tradicional como núcleo fundamental de la sociedad. Estas políticas, presentadas como avances en igualdad, en realidad desintegran las bases de convivencia y educación de nuestros hijos, debilitando a las futuras generaciones.
El reciente «Pacto del Futuro», aprobado en la Asamblea General de la ONU, agrava esta situación. Extiende la implementación de la Agenda 2030 hacia la Agenda 2045, acelerando la imposición de un nuevo orden mundial sin consulta democrática y sin respeto a las identidades nacionales. El riesgo es claro: un gobierno globalista que controlará decisiones claves en políticas económicas, sociales y culturales.
Ceder la soberanía a organismos internacionales es perder la capacidad de decidir sobre nuestro destino y permitir que intereses externos determinen el futuro de nuestros pueblos.
La defensa de la familia y la soberanía no es negociable. No debemos ceder ante quienes desean imponer su visión ideológica desde fuera.