Uno de los desafíos más importantes que enfrenta la humanidad es garantizar la seguridad alimentaria, lo cual se hace cada vez más complicado por el contexto actual; donde, sumado al conflicto entre Rusia y Ucrania todavía permanecen algunos rezagos del impacto que el COVID-19 ha tenido en el mundo.

Asimismo, en el Perú, el desafío es aún mayor por la falta de fertilizantes como la urea, cuyo proceso de compra se ha visto empañado por serias irregularidades y corrupción; lo cual viene trayendo consecuencias graves en nuestra debilitada economía como el incremento del precio de los alimentos; poniendo en riesgo el abastecimiento de los productos y afectando a los que menos tienen.

De ahí la relevancia que tiene la pesquería en nuestro país, porque además de ser un gran reactivador de la economía peruana, es también parte de la solución al problema de la crisis alimentaria. Enhorabuena se ignoraron ciertos pensamientos ideológicos que avalaban la eliminación de la pesquería en reemplazo de otras especies animales como el pollo o el cerdo; sin pensar en el impacto que esto causaría al medio ambiente. En efecto, de reemplazar el pescado por el cerdo se hubiera ocasionado un daño ambiental irreparable, toda vez que para ello se hubieran necesitado más de 1 millón 150 mil km2 de tierra adicional, lo que equivale al 35% de la selva tropical.

Por ello, no solo el Perú, sino el mundo entero, tiene que continuar apoyando la pesca y acuicultura sostenibles para continuar generando millones de puestos de trabajo como viene ocurriendo; pero, sobre todo, para continuar contribuyendo a garantizar la seguridad alimentaria de la población bajo un enfoque sostenible, tal como quedó demostrado en la 60° Conferencia Anual de IFFO, realizada en Lima.

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