Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ese pobre señor que ocupa la Presidencia de México, parece que vive obsesionado con el Perú desde que las instituciones democráticas echaran de una patada a Pedro Castillo una vez que este sujeto, de por sí un inepto, decidió quebrar el orden constitucional con la intención de acabar con la separación de poderes y adueñarse del sistema de justicia que lo tenía cercado por los actos de corrupción que ya conocemos en abundancia.

Hace poco el mandatario mexicano, antes de viajar a Chile, dijo que su avión oficial no cruzaría el espacio aéreo del Perú a fin de evitar que le hagan un desplante, como si acá importara mucho este señor, y ahora acaba de señalar que no acudirá a la Cumbre del Foro Económico Asia Pacífico (APEC), que se llevará a cabo este año en Estados Unidos, porque al término de la misma se entregará al Perú la presidencia pro tempore para el próximo año, en que seremos sede del evento por tercera vez.

El mexicano no supera que el incapaz, corrupto y golpista de Castillo, al que estaba dispuesto a darle asilo, ya no esté en Palacio de Gobierno. Recordemos que hasta hace poco López Obrador se negó a entregar al Perú la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico. No quiere aceptar que el profesor chotano se fue preso y que ahora hay un régimen que guste o no, tiene amparo constitucional y que si el Congreso no decide lo contrario de acuerdo a la Carta Magna, se quedará hasta el mediodía del 28 de julio de 2026.

México tiene suficientes problemas como para que principal autoridad viva obsesionada por la caída de un vil golpista como Castillo. Hace pocos días fui invitado a dar una exposición en la Cámara de Comercio de Lima y compartí panel como un colega mexicano que vivía en su país rodeado por cuatro guardaespaldas del Ejército y que tenía que desplazarse en auto blindado por ser un potencial blanco de los cárteles de la droga debido a sus investigaciones periodísticas. ¡Que AMLO se dedique a atender problemas como este!

Para desgracia de los mexicanos que lo eligieron, López Obrador vive en un mundo paralelo. Su obsesión con el Perú y Castillo lo está llevando a ausentarse de un evento en el que estarán presente los líderes de las principales economías del mundo, algo que sin duda podría traerle beneficios a su país. Qué gran error elegir a un personaje patético y jurásico que se quedó en los años 70. Lo bueno es que falta poco para que se vaya, lo que hará que su mandato sea apenas un vergonzante mal recuerdo.

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