Daniel Kahneman, psicólogo y economista israelí, Premio Nobel de Economía 2002, fue pionero en revelar cómo los sesgos cognitivos y las emociones influyen en nuestras decisiones y que las personas usamos “atajos” para emitir nuestros juicios. Kahneman junto a Amos Tversky, descubrieron la denominada “teoría de las perspectivas” de acuerdo a la cual los individuos toman decisiones en entornos de incertidumbre y que nuestro cerebro funciona de dos modos distintos que llamaron “Sistema 1″ y “Sistema 2″:  El sistema “1″ abarca el pensamiento intuitivo, veloz, automático, a través del cual tomamos decisiones rápidas y ocupa el 95% de nuestro tiempo. El sistema “2″ es el pensamiento lento y analítico, aquel que se utiliza para resolver problemas complejos que requieren mayor esfuerzo mental y  siendo  el más importante, ocupa apenas el 5% de nuestro tiempo

Uno de los “sesgos” más frecuentes con el que funciona nuestro cerebro bajo el “sistema 1″ es el conocido como el efecto “encuadre” y se resume en la “forma” en cómo se presenta la información a través de la cual tomamos decisiones.  Por ejemplo, decir que un producto es “90% libre de grasas” suena mejor que decir que éste “contiene 10% de grasa”.  Si lo llevamos al campo de la educación, decir que el 98% de estudiantes de 2° de secundaria en el Perú no razona matemáticamente, grafica mejor la gravedad de la situación que decir que solo 2% lo hace o decir que el 78% de las escuelas públicas no tienen servicios básicos completos es más impactante que decir que solo el 22% los tienen. Nuestro cerebro, de acuerdo con la teoría de la perspectiva, valora las pérdidas y las ganancias de forma desproporcionada así, es más probable que nos afecte más “perder 400 soles” que “ganar 400 soles”.  Esta teoría desnuda cómo los seres humanos tomamos decisiones en situaciones en las que tenemos que elegir entre alternativas distintas que implican riesgos y como evaluamos las pérdidas y ganancias potencialmente. Algo que resulta fundamental es saber cuándo confiar en nuestras instituciones y cuando no; en cómo aprovechar los beneficios del pensamiento lento del “sistema 2″ y cuanto debemos estar alertas para protegernos de los sesgos mentales que pueden causarnos problemas. Pero, ¿quién puede definir donde termina uno y donde empieza el otro? Sabiduría, sinceridad, humanidad, valor y rigor.