Dada las circunstancias que nos ha tocado vivir por los efectos de la pandemia, muchas conmemoraciones de gran relevancia han pasado desapercibidas debido a las indispensables restricciones imperantes. Una de ellas es el 30 aniversario de la creación del Batallón Ligero de Combate N° 2 (BALICO II) de la Marina de Guerra del Perú. El amable lector podría preguntarse cuál es la importancia de la fecha. Pues le comentaré que mucha. El BALICO II tuvo una destacada actuación en la pacificación del Frente Ucayali que fue asignado a la Marina en el año 1989, durante la lucha contra el terrorismo.

La Marina desarrolló una estrategia basada en constantes operaciones de control territorial y acciones cívicas que tuvieron como principal objetivo darle tranquilidad y conseguir la colaboración de los ucayalinos. Con esa estrategia se pudo derrotar a los perversos degolladores de niños que venían sembrando terror y muerte en la población indefensa, con su enfermizo odio de clase.

Muchos veteranos de esa lucha recuerdan como si fuese ayer. Uno de ellos, un antiguo capitán de navío infante de marina que comandó el BALICO II, comentaba recientemente que los sacrificios realizados contribuyeron decisivamente a lograr la paz en el país. Aquello es reflejo del profesionalismo y adaptación de la MGP a las distintas demandas de la seguridad nacional, como lo fue en este caso, la creación de unidades de combate ad hoc como los BALICO. Aquellas unidades fueron conformadas por personal naval que, dejando temporalmente las funciones propias de sus especialidades en otras áreas de las operaciones navales y de la logística operacional, siguió rigurosos programas de entrenamiento para el combate irregular. Toda la Marina estuvo comprometida en esa lucha legítima como lo hace hoy contra el coronavirus.

El BALICO II sufrió la pérdida en combate de varios de sus integrantes, como Raúl Riboty, Juan Jordán, Walter Díaz, Luis Valdivia, Bernardo Cárdenas entre otros, que se inmolaron por la patria el 13 de agosto de 1991 en Padre Abad. Raúl de 23 años, dejo a unos padres inconsolables que aún lo lloran. Juan de 25, a una niña pequeña y otra en el vientre de su viuda. A ambos tuve el honor de conocerlos en la Escuela Naval.