Desde tiempos bíblicos, palestinos y judíos compartieron territorio y cultura en el Medio Oriente, con acercamientos y disidencias. Conquistados unos por Babilonia y luego perseguidos por los antisemitas, en la Segunda Guerra Mundial, los nazis asesinaran a casi seis millones en el Holocausto, la diáspora los llevó a todo el mundo. En 1947 las Naciones Unidas finalizaron el mandato inglés, dividiendo Palestina en dos Estados independientes, con territorios iguales, uno árabe palestino y otro judío. Jerusalén quedaba como ciudad internacional.
.Israel ocupó casi el 80% del territorio que debía dividirse al 50% con Palestina, desatando la feroz persecución de palestinos. Los israelíes pasaron de perseguidos a perseguidores hasta el día de hoy.
Más de 2 millones de palestinos viven en condiciones infrahumanas, en 365 kilómetros cuadrados de la Franja de Gaza. Las fronteras bajo control militar israelí impiden la libre movilidad y las actividades económicas libres mientras que, en Cisjordania, viven 3.5 millones con su territorio controlado e infiltrado por Israel. Ambos espacios palestinos carecen de frontera común por la continua expansión israelí que, bajo el gobierno de Netanyahu, adopta prácticas genocidas contra el pueblo palestino.
Demandamos que tanto Israel como Palestina respeten y apliquen las resoluciones de la ONU: la existencia de dos Estados, Palestina e Israel, ambos con garantía de poder realizar sus actividades con libertad y soberanía, apliquen los acuerdos de Oslo de 1993 firmados por los premios Nobel de Paz, Yasser Arafat e Isaac Rabin.
La comunidad internacional protesta frente a la amenaza israelí de desaparecer el norte de la franja de Gaza con más de un millón de habitantes. El ataque de Hamás le ha servido de pretexto útil para encubrir la corrupción de su gobierno.
La paz es una aspiración revolucionaria.