La campaña electoral ha comenzado y desde ya los actuales congresistas que van a la reelección parten con ventaja, pues a diferencia de otros funcionarios públicos como gobernadores, alcaldes u otros, no están obligados ni a pedir licencia sin goce de haber, que es lo mínimo que se les debería exigir si se tiene en cuenta que sus cargos son irrenunciables de acuerdo a la Constitución.

La ley electoral sin duda los beneficia, pues de acá hasta abril del 2026 los vamos a ver cumpliendo doble función en simultáneo: la de legisladores por la que reciben ingresos del Estado, y la de candidatos a conservar su escaño.

Ya desde hace varios meses en Correo hemos venido alertando de la necesidad de que por lo menos se suspenda la Semana de Representación mientras dure el proceso electoral, a fin de que los legisladores no aprovechen los recursos que reciben (pasajes y viáticos de ellos y de su personal) para hacer campaña a su favor.

Hemos visto casos muy lamentables de congresistas que han ido a sus regiones de origen en Semana de Representación y que han terminado haciendo proselitismo, y eso que la campaña aún no empezaba.

Con congresistas conscientes de las limitaciones que manda la ética, no habría problemas. Sin embargo, conocemos muy bien la “viveza” de muchos que se deben estar frotando las manos pensando que la campaña les va a salir “gratis”, con el dinero de todos los peruanos.