Lo que hemos visto en los últimos días no solo es triste y poco esperanzador, sino que confirmamos en acciones que la tibieza es el gran problema de la política peruana. El primero en tirarse a la piscina, fue Rafael Lopez Aliaga quien lanzó su precandidatura de la mano de un aliado de Antauro Humala en Loreto. Este clan familiar loretano se sumó a Renovación solo para no quedarse fuera del reparto. Lo que vino después fue peor: el alcalde de Lima no sabia si confirmar o no su precandidatura a la Presidencia y dijo que “si no hay otro candidato fuerte, le tocaría postular a él”. ¿Quien le dijo a RLA que su candidatura es relativamente “fuerte”? ¿Acaso no vio las encuestas donde no llega ni a 6%?

Otro caso de tibieza grave es el lanzamiento de Carlos Añaños, quien confirmó en entrevistas que es muy buen empresario pero pésimo líder político. Ya sabíamos que su equipo estaba lleno de caviares de la PUCP (Humalistas y villaranistas) pero sus declaraciones públicas confirmaron su tibieza. No tiene ideología, no se quiere pelear con nadie y lo más importante es que no sabe decirnos ¿Donde estuvo todos estos años cuando millones de peruanos enfrentamos a Vizcarra, Castillo y Boluarte?

Mención final merecen, los fracasados del proyecto “Lo Justo” y sus nuevos aliados de “Primero La Gente” que buscan repetir el experimento de Julio Guzmán. Así como, un tal López Chau (rector que aprovechó su cargo para hacer política) que ahora sueña con recibir el voto zurdo declarándose caviar, socialista y admirador de AMLO. Ojalá que los próximos en lanzarse nos aclaren el panorama ante tanta tibieza y suban esta anémica valla política nacional.