Los centros penitenciarios de los diferentes puntos del país se han convertido en una verdadera bomba de tiempo debido a que si el coronavirus se expande es estos reclusorios hacinados, insalubres y carentes de médicos y profesionales de la salud, poco se podrá hacer para impedir una tragedia humanitaria, por lo que es urgente tomar acciones.
Se han propuesto varias alternativas, desde excarcelar a los adultos mayores y a los que tienen detenciones preventivas, así como a aquellos que están por cumplir sus condenas. Sin embargo, por el momento no se han hecho algunos traslados poco significativos que no ayudan a evitar el riesgo que existe sobre las cárceles de todo el país en tiempos de pandemia.
La situación podría irse de las manos al gobierno si no se trabaja hoy mismo en los penales. Ayer en Correo La Libertad hemos informado de un riesgo de motín en el peligroso penal trujillano de El Milagro. La realidad no debe ser muy distinta en Lima, Arequipa, Piura, Chiclayo, Puno, Ica o Huancayo. No se trata de alarmar, pero sí de alertar.
Se tiene que pensar en la salud de los reclusos, por más que sean reos y muchas veces sean vistos como la última rueda del coche. Tiene que primar el sentido humanitario hacia quienes están privados de su libertad, pero no de su derecho a la vida y a la protección del Estado.