Gloria grande o infamia grande será la recompensa o el castigo de un representante del Congreso de la República. Este pensamiento político, es creación de Francisco de Paula González Vigil, cerebro único y privilegiado, que formó parte de nuestra asamblea legislativa y ocupó dignamente el cargo. La frase con la que iniciamos este artículo, y que provoca todo, menos fría y silenciosa indiferencia, aparece en el Catecismo Patriótico, una esclarecedora obra escrita por González Vigil, en 1859, para el uso de las escuelas municipales de instrucción primaria de la ciudad del Callao. La obra consta de VIII diálogos -cada uno de ellos destinado a esparcir semillas de patriotismo en los tiernos corazones infantiles- pero el que nos interesa es el diálogo V, nombrado: De los deberes para con la patria, y que tiene como protagonistas a una madre y a su hijo. Con una deliciosa oratoria, la madre dice: “Si llegaras a tener asiento en las cámaras legislativas, es decir, a tener el mayor honor que puede alcanzarse en el sistema representativo, penétrate, hijo mío, de la sublime importancia de la dignidad de representar a la nación. Gloria grande o infamia grande será la recompensa o el castigo de un representante”. Esta obra forma parte del catálogo digital de las “colecciones curiosas” de la biblioteca de la Universidad de Harvard, junto a otras del mismo autor como Paz perpetua en América, Opúsculo sobre la pena de muerte, Impugnación de un folleto que tiene por título Examen comparativo de la Monarquía y de la República, y Roma; opúsculo sobre el principado político del Romano Pontífice. Sería oportuno que, en las escuelas se estudie, al menos fragmentariamente, el Catecismo Patriótico de González Vigil.