Roberto Gómez Bolaños, el popular “Chespirito”, siempre contaba una anécdota. “Tengo una frase que hice en los años sesenta que mataba de risa a Emilio Azcárraga (fundador de Televisa). Siempre le decía: ¡Qué tan fea será la política que a una palabra tan bella, como madre, le añades política y se vuelve suegra”, contaba. Más allá que si hería susceptibilidades y que en estos tiempos hubiera generado gran polémica, el humorista mexicano quería dejar por sentado lo malo que era la política.

Las reacciones de tantos políticos, ante el drama de la arequipeña Celia Capira, me hacen caer en la cuenta del aprovechamiento y el oportunismo de éstos. Con razón están desacreditados. La señora que corrió detrás de la comitiva del presidente Martín Vizcarra, el último domingo en la Ciudad Blanca, suplicando que atiendan a su esposo y el posterior fallecimiento de éste, no solo ha sido el símbolo de esta crisis nacional por la pandemia del coronavirus sino también el “caballito de batalla” de la clase política, que ha usado esta tragedia para atacar al Gobierno.

Lo ocurrido con Celia es lo que sucede en el país con mucha gente humilde y de eso se agarran mucho para lanzar peroratas rentables para sus intereses.

El sistema de Salud está colapsado por la indiferencia del Estado. ¿El responsable es Martín Vizcarra? También. Pero más responsables son los que estuvieron tanto tiempo en el poder y no hicieron nada por resolver este problema y se olvidaron de la mayoría de peruanos.