El último resultado en Colombia -de la encuestadora Invamer- que da empate técnico entre los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta, es decir, el independiente Rodolfo Hernández (48,7%) y el izquierdista Gustavo Petro (47,2%), confirma la falta de imaginación de sus estrategas de campaña para lograr despuntar y conseguir una victoria holgada. La foto, entonces, es la de una Colombia dividida y por supuesto que para los intereses nacionales de un país con 6 años acomodándose a una nueva etapa esperanzadora luego de la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno Nacional y las entonces Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC, de 2016, no es el mejor marco para su futuro. Sin entrar aún en esta columna en los análisis del proceso electoral del inminente domingo 19 de junio, queda claro que la sociedad cafetera vive días que se confunden entre la desilusión y la indiferencia y eso también es malo para las legitimaciones que deberá requerir el nuevo gobierno colombiano para que el mandato de cuatro años cuente con el piso y el peso jurídico y político necesarios para llevar adelante los grandes cambios que todo Colombia espera. Un candidato ya conocido que fue alcalde de Bogotá -su bastión electoral, sin duda- y un alcalde provinciano -burgomaestre de Bucaramanga- que se metió en la carrera hacia el Palacio de Nariño. El primero con una amplia aceptación urbana y sobre todo de los jóvenes que son la mayor población del país aunque no necesariamente la que más ejerce su derecho de sufragio -en Colombia es voluntario- y el segundo, más bien identificado con los sectores rurales del país y que ha venido contando con el apoyo de los adultos entre los 34 y 60 años, principalmente. La segunda y definitiva vuelta era para que Petro utilizara sus estrategias para despuntar y hallarse por encima del 50% y no lo consiguió pareciendo costarle lo que sería haber llegado a su techo de aceptación ciudadana debido al impacto por los petroaudios que lo imputan; en cambio, la abrupta subida de Rodolfo Hernández de 28% a 48% se traduce como el endose del 20% de los votos del derechista Federico Gutiérrez que en total llegó a 24%. La campaña se ha cerrado con la negación de Hernández a debatir o conceder entrevistas. Veremos si sus recientes vulnerabilidades se convierten en errores y los afectan.