Los arequipeños han hecho sentir de manera contundente y pacífica, como debe ser siempre, su repudio a la congresista de Perú Libre María Agüero, quien se ha burlado de su región, de sus propios electores y de sus hijos en edad escolar, además de ser una defensora de terroristas salvajes, de decirse comunista a pesar que tiene dos casas en California, de ser la escudera rabiosa de un ladrón como es el prófugo de la justicia Vladimir Cerrón y de posiblemente ser también una vil “mochasueldos”.
Y que ella y sus defensores no vengan a decir que las manifestaciones de rechazo, especialmente la del lunes último, son parte de un complot de la prensa limeña, de los empresarios, de “los ricos”, de “los grupos de poder”, de “la derecha” o de “el imperialismo”. Han sido los propios arequipeños, los que en algún momento cometieron el error de elegirla, los que han salido a las calles de la Ciudad Blanca a reclamarle a esta señora que es una vergüenza para toda la región.
Estos políticos de medio pelo que ni saben cómo salen elegidos, deberían ser conscientes de que la paciencia de la gente tiene un límite, y que ante tanta ofensa directa o indirecta, en algún momento habrá una reacción que ojalá siempre sea pacífica. ¿O es que acaso la señora Agüero quería llegar a su región y que la reciban con alfombra y banda de músicos luego de insultar a la gente, y encima aparecerse con una camiseta con el rostro de un delincuente para el que pide “justicia”?
Además, esta señora que no aporta nada al país se ha convertido ya casi en un meme de la política peruana, al decirse comunista, blindar terroristas y ser una defensora de la dictadura de Venezuela a donde viajó como “observadora electoral” para avalar el fraude chavista, mientras posee propiedades en Estados Unidos por las que cobra buenos alquileres en dólares, algo que no tendría nada de malo si no fuera por su cinismo y doble moral. Toda una “revolucionaria” de papel.
Ahora que la congresista Agüero es repudiada en la región por la que fue elegida, luego de dejar el cargo en 2026 tendrá un buen motivo para irse del país quizá a Venezuela o Cuba, a disfrutar de las “mieles” del comunismo. Allí podrá “gozar” haciendo colas desde la madrugada para recibir una barra de jabón, un rollo de papel higiénico o un cuarto de pollo para todo el mes, o viendo cómo la gente migra en las peores condiciones porque no aguanta el hambre y la falta de libertad. Eso quería ella para el Perú, ¿verdad?