Líderes políticos y sociales, padres de familia y la población, reclaman a las instituciones educativas la enseñanza de la educación cívica. En estos tiempos ya no solamente se requiere aprender y desarrollar civismo. Se debe enseñar mucho más. Lo que se necesita es educar y construir una ciudadanía plena y múltiple, entre otras, la “ciudadanía para la seguridad de las personas” y la “ciudadanía ética pública” (valores).
Se trata de educar y construir el autocuidado personal y el cuidado de los demás, pero sobre todo aplicar sanciones ejemplares a las personas y grupos criminales. Esto implica que el Estado debe construir seguridad ciudadana con el aporte de todos. El fin supremo de nuestra constitución es la persona en su integridad física y mental. Es un imperativo actuar con convicción desde el gobierno central, el Congreso, los gobiernos regionales y municipales, así como desde la Fiscalía y el Poder Judicial (ambas instituciones debilitadas) contra el sicariato, la extorsión, los robos, etc.
Por otro lado, se han incrementado casos lamentables que atentan contra la honestidad, la transparencia y la veracidad, pública y privada, que atentan contra la ciudadanía ética del país. Me pregunto: ¿No será por eso que en la mayoría de espacios políticos de radio y TV son voceros permanentes los abogados penalistas?
Por todo lo señalado, es indispensable la educación y la construcción de una ciudadanía para la seguridad y la ética pública que asegure la convivencia pacífica, la erradicación de todo tipo de violencia, la utilización pacífica de los espacios públicos, la prevención y sanción oportuna de faltas y delitos contra las personas y sus bienes, así como la erradicación de la impunidad. El Perú necesita inteligencia operativa y la imposición de penas rigurosas y rápidas; desde luego, todo ajustado al derecho.