Los peruanos atravesamos un momento crítico, marcado por una degradación evidente en institucionalidad, seguridad y confianza ciudadana. De acuerdo con la última encuesta del IEP, el Congreso cuenta con un 92% de desaprobación y la presidenta Dina Boluarte apenas alcanza un 5% de respaldo. Estos datos reflejan una crisis profunda en todos los frentes que exige respuestas urgentes y coordinadas.

Las organizaciones criminales han extendido su influencia por todo el país. Cada media hora de paros y extorsiones le cuestan a los peruanos 8 millones de soles, según la Red de Estudios para el Desarrollo. En este entorno de fragilidad, la inversión privada y el consumo, que deberían ser los motores de la recuperación económica, se ven cada vez más obstaculizados.

No podemos ignorar el evidente deterioro de nuestras instituciones; la falta de confianza entre los ciudadanos y sus gobernantes; y, la inseguridad que afecta tanto a los negocios como a la vida cotidiana de los peruanos. Es por eso que el lema de CADE Ejecutivos 2024, “De la degradación a la construcción de nuestro futuro”, cobra una relevancia preponderante.

Creemos que la clave está en fomentar la inversión privada, destrabar proyectos importantes y generar empleo, porque solo así podemos reactivar al país. Recientemente, desde el comité organizador del foro empresarial nos reunimos con líderes empresariales, de la sociedad civil y autoridades regionales en Cusco y Loreto. En estos encuentros intercambiamos ideas, propusimos soluciones conjuntas, y construimos una visión compartida que nos permita salir de la coyuntura estancada en la que nos encontramos.

Pero no solo nos quedamos en las palabras. Proponemos trabajar sobre pilares fundamentales como la estabilidad macroeconómica, la formalización laboral, la seguridad y la institucionalidad, porque, sin duda, nuestro Perú necesita una transformación profunda y sostenible.

El Perú no le pertenece a la violencia, la incertidumbre, la pobreza moral y económica, ni a la tranza, ni inmoralidad. El Perú les pertenece a los peruanos trabajadores y esforzados, a los honestos y solidarios, a los emprendedores y voluntariosos. A los que quieren marcar una diferencia, alejarse de la mediocridad y acabar con la corrupción y el favoritismo de los intereses personales.

Es nuestro derecho y deber promover un activismo ciudadano que sea el motor del cambio.

No podemos seguir inmersos en una polarización destructiva, donde la descalificación mutua nos aleja del verdadero objetivo: la construcción de un Perú mejor. Nuestro país es mucho más grande que los problemas que enfrentamos, siempre ha sido así y es momento de actuar. Es hora de retomar el diálogo, de recuperar la confianza y de demostrar que, trabajando juntos, podemos construir un futuro más prometedor para todos.