Durante el 2023, el país estuvo en crisis económica. Al intento fallido del autogolpe de Estado del expresidente Pedro Castillo, siguieron las protestas de fines del 2022 y primeros meses del 2023.
Esta crisis es ya continua y sus orígenes se remontan a 30 años, con la imposición de la Constitución de 1993 y la implementación del modelo neoliberal, hoy agotado.
Tenemos enfrentados dos sectores. De un lado una derecha que retoma el poder tras la caída de Pedro Castillo y, del otro un movimiento popular sin clara dirección política, aunque ambos con una estructura política partidaria en crisis.
Es una crisis que tiene que ver con la sistemática demolición de la política y sus organizaciones. Es una realidad que casi todas las agrupaciones del espectro político, así como carecen de actividad colectiva, tampoco son democráticas en la toma de decisiones.
En un intento de superar esta crisis del sistema político electoral, se propuso la realización de elecciones conocidas como PASO (primarias, simultáneas y obligatorias), las cuales terminaron siendo una de las varias modalidades a elegir. Pocas agrupaciones las implementaron, entre ellas las de izquierda.
Y pese a la crisis política, el Congreso aprueba la bicameralidad y la reelección de los cargos políticos sin debate ni la transparencia que una verdadera reforma electoral requiere.
En el intento de fortalecer los partidos políticos y dotarlos de un carácter nacional, se pretende eliminar los movimientos regionales de modo que, para su inscripción, se les exigen requisitos mayores que a los partidos nacionales.
Es preciso recuperar la realización de las elecciones primarias obligatorias para avanzar en tener organizaciones políticas democráticas y de funcionamiento colectivo.