La crisis política, económica y social por la permanencia de Pedro Castillo en el poder ocupa las preocupaciones de la mayoría de peruanos. Antes de llegar al año se ha deslegitimado totalmente ante el mismo pueblo que pretende y pregona servir. Pero no solo están sus problemas judiciales y el rechazo hacia su gobierno, el entorno internacional le juega en contra convulsionado por la guerra y sus dramáticas consecuencias. El mundo enfrenta una crisis que obliga a trabajar juntos o a aceptar desmoronarse ante varias fuerzas destructivas actuando en simultáneo: escasez de alimentos, inflación, persistencia del COVID, efectos del calentamiento global. Todas las naciones del mundo están amenazadas y con problemas íntimamente relacionados, al igual que las soluciones. Se requiere más cooperación para navegar a través de gravísimos problemas. Y gobernantes que den la talla. Castillo lamentablemente no la da, hemos visto su paupérrima actuación en los foros internacionales. Está por ejemplo la inflación como problema agudo que se espera que gobiernos nacionales estén en capacidad de resolver a pesar de que el aumento de los precios es un fenómeno global, causado en gran parte por las interrupciones en petróleo, alimentos y fertilizantes entre otros bienes. Ucrania es el cuarto mayor exportador de granos y semillas del mundo, principalmente maíz y trigo, pero con sus puertos ocupados o bloqueados por Rusia, se ha reducido drásticamente su capacidad para distribuir comercialmente su grano. Los dos países que producen suficientes alimentos para alimentar a millones de personas, están en guerra y la paz no aparece cercana. Por tanto, la hambruna que se anuncia no es ninguna ficción ni es para los ociosos como tan irresponsablemente dijo Castillo. Exige la mayor capacidad y el compromiso efectivo para evitarla, de lo cual este gobernante carece. Lamentablemente.