Alguien escribió que "los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible. Y los políticos se esfuerzan por hacer imposible lo posible". Un fiel exponente de esta filosofía en el Perú es el propio Presidente. Ollanta Humala tiene una sorprendente capacidad para hacer que las cosas no funcionen y, entonces, el estado superior de vida que ofreció cuando era candidato resulta una utopía.

Los aires económicos soplan a favor de nuestro país y buena parte del mundo nos envidia por semejante deferencia, sin embargo esto no se traduce en el contento que debería primar entre la población porque el escándalo político y el desgobierno (o gobierno compartido con Nadine Heredia) a veces son más fuertes que la esperanza y la tolerancia ciudadanas.

Si no cómo se explica que teniendo todos los elementos para realizar un quinquenio de registro histórico, el Gobierno ande casi a la deriva con un Premier salvado por la campana en el Congreso pero investigado y bajo sospecha para el Ministerio Público por, eventualmente, haber licitado con el Estado del que es parte.

Sabido es que el nacionalismo y específicamente Gana Perú no tiene cuadros para alimentar al Mandatario en la confección de un gabinete a la altura de la circunstancia, no obstante la plana oficialista se dedica a bombardear a los ministros invitados, como ocurre con Carmen Omonte, que tuvo la osadía de aceptar el portafolio de la Mujer. Otros convocados para ponerse el fajín simplemente no dan la talla y esto desnuda, por otro lado, el poco tino de Ollanta para rodearse de colaboradores eficaces. Humala debe entender que la sola asesoría de su esposa no alcanza para gobernar este Perú en avanzada. Ojalá lo entienda.