El año 2021 en que celebrábamos 200 años de la declaración de la Independencia por parte del general José de San Martín pasó casi desapercibido debido a que el día central, el 28 de julio, asumió funciones un presidente como Pedro Castillo, un absoluto incapaz y filosenderista que llegaba al poder basado en el ideario de Perú Libre, listo a destruir la democracia, el sistema y al país en general. No había nada que celebrar.

Tiempo después el Perú se salvó con el intento de golpe de este sujeto, que en pocas horas lo llevó a ser destituido y encerrado en la cárcel. Supuestamente, luego del susto, íbamos a poder celebrar al menos los 200 años de la consolidación de la Independencia que se dio en las batallas de Junín y Ayacucho. Sin embargo, hoy la situación política es compleja por la inestabilidad en que avanza el Poder Ejecutivo. El Congreso, ni qué decir.

Tenemos una mandataria investigada por presuntos actos de corrupción que da muestras de no estar a la altura del reto y como remate está su “wayki”, Wilfredo Oscorima, a quien correspondería ser el anfitrión por los 200 años de la Batalla de Ayacucho, que selló la libertad del Perú y América. Sin duda, por segunda vez tendremos un bicentenario ensombrecido por la convulsión política.

Lástima que estas esperadas fechas hayan llegado en circunstancias complejas para el país. No lo merecía el Perú, sin embargo, sus ciudadanos son los que votaron por la opción de Perú Libre, que nos trajo tanto a Castillo como a Boluarte.

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