Luego del desastre de la votación en la Organización de Estados Americanos (OEA), en que no se alcanzaron los votos suficientes de los países miembros para exigir a la tiranía venezolana que muestre al mundo las actas de sufragio donde sin duda quedaría evidenciado el robo de las elecciones del domingo último, queda claro que la salida a la dictadura bolivariana de 25 años no vendrá desde la “comunidad internacional”, sino desde adentro, lo cual, lamentablemente, podría costar muchas vidas.
Si los países de la región no son ni siquiera capaces de pedir lo más elemental en un proceso que electoral que es la transparencia, todo esto gracias a gente de verdad lamentable como Lula da Silva (Brasil), Luis Arce (Bolivia), Gustavo Petro (Colombia) y Andrés Manuel López Obrador (AMLO), sumado a gobiernos de países que dependen del petróleo venezolano, entonces jamás habrá la fuerza para arrinconar desde afuera a Nicolás Maduro y su camarilla golpista, asesina y ladrona.
Es necesario destacar la postura mostrada ahora por el antes tibio frente a la tiranía chavista Luis Almagro, secretario general de la OEA, quien está exigiendo a la Corte Penal Internacional que ordene el arresto de Maduro debido a que como indicamos hace dos días en la portada de Correo Lima, el dictador está cumpliendo con su ofrecimiento de desatar un baño de sangre si es que no era reelegido. Sin embargo, en la práctica, es difícil que esto sucede al menos en el corto o mediano plazo.
Dicho esto, la única salida que veo a la dictadura venezolana es una que venga de adentro, del propio descontento de la gente que ha votado masivamente por la oposición, pero que le han robado los comicios. Lamentablemente esto podría costar muchas vidas, pues la tiranía parece estar dispuesta a todo para quedarse en el poder y no rendir cuentas ante la justicia. No veo otra solución. Sería una ingenuidad creer que en los próximos días Maduro va a mostrar las actas para luego afirmar que en efecto perdió y que se va a su casa.
Si esto no sucede pronto, Maduro y compañía seguirán en el poder hasta el 2031 y en adelante, pues si ya se robaron descaradamente una elección, lo podrán hacer una y otra vez, siempre con la venia de sus cómplices internacionales. Y mientras tanto, los venezolanos seguirán viviendo una pesadilla económica, política, social y humanitaria, y el resto de países cercanos como el Perú continuarán recibiendo caóticas oleadas migratorias difíciles de contener y atender internamente. El problema es complejo para todos.