En su discurso por 28 de julio, el presidente Castillo perdió la oportunidad de señalar cómo se podría enrumbar la crítica situación por la que viene atravesando nuestro país en estos últimos 12 meses. Para nadie es un secreto que la crisis económica se ha agudizado. Las cifras hablan por sí solas: el crecimiento económico proyectado de 3.5% ha sido revisado a la baja a 3% y algunos analistas incluso señalan que cerraremos este 2022 con un crecimiento de 2.8%.

Por su parte, el crecimiento de la inversión privada seguirá siendo 0% y por tanto las posibilidades de generar empleo formal es nulo. A ello se suma niveles de inflación que están próximos a alcanzar los 2 dígitos, lo cual afecta sobre todo a la población más vulnerable.

Sin embargo, sobre cómo salir de este entrampamiento no se dijo nada, y es por ello que tanto tirios y troyanos han señalado que se trató de un discurso completamente desconectado de la realidad. Quizás un discurso para otra época, otro escenario, otro contexto.

Así, el sector pesca tampoco estuvo ajeno a esta desconexión, pues no se presentaron soluciones a los desafíos que enfrenta; en especial el sector de la pesca artesanal que fue muy afectado por la pandemia. Hubiese sido importante conocer qué medidas se vienen planteando para su ordenamiento, toda vez que el sobredimensionamiento, la informalidad de sus actividades y una nula fiscalización son los responsables que existan cada vez menos recursos.

Si nuestras autoridades viven desconectadas de la realidad es imposible que puedan tomar decisiones correctas. Ello, sumado a los crecientes niveles de corrupción e ineficiencia, pueden ser la explicación a todo lo que viene ocurriendo en nuestro país.

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