Hoy, en Navidad, importante fecha en la que se hace un alto al habitual trajín de la vida cotidiana, además de las acostumbradas e intensas celebraciones, millones en el mundo apuestan por los buenos deseos y sobre todo se llenan de promesas por cumplir. Para estar a tono con el festejo más importante del año, y ya que estamos en modo reflexión, por qué no nos proponemos a volver a darle la importancia debida a una palabra que parece que se ha olvidado, y que es básica para una sana y buena convivencia: el respeto. En la industria del entretenimiento no es nada raro que conductores y conductoras de televisión, con el pretexto de la crítica, del comentario válido y a veces hasta polémico, confundan todo esto con la agresión y el insulto, con esa falta de respeto que se debe tener a otro ser humano, sea artista o no. Y claro, también del otro lado, hay de los que se creen que salir en televisión o ser estrella de la música, te da la licencia para mirar por encima del hombro a cualquiera, también ellos merecen que analicen su actitud y busquen mejores formas para no desubicarse. Las redes sociales, vitales en estos tiempos e imprescindibles para poder difundir información, se han convertido muchas veces en lugares de ajusticiamiento a personajes y figuras de la farándula, porque nos creemos con el derecho de que ser seguidor de alguien es igual a tener la autoridad moral para destruir al artista de moda que no nos cae bien. Si nos pusiéramos en el lugar del otro, si practicáramos la empatía, si recordarámos que el respeto siempre se debe anteponer a cualquier otro sentimiento, pues no leeríamos cada insulto que nadie merece;  la destrucción mediática parece hoy ser la tendencia. Antes de dar un click, de escribir un comentario, de usar la televisión para el ataque y no el análisis válido, hay que acordarse que el respeto que uno exige también lo merece el prójimo, sea famoso, mediático y popular. En tiempos difíciles, convulsionados, si no nos respetamos, vamos a convertirnos en integrantes de una jungla sin códigos y muy violenta; pongámonos como objetivo hoy en Navidad bajar las revoluciones de la agresión en el mundo artístico, pero vale también para cualquier ámbito. Las cosas mejorarán, de eso no hay duda.

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