La discriminación racial existe y para acabarla es que el 26 de octubre de 1966 la Asamblea General de la ONU por la Resolución 2142(XXI) proclamó el 21 de marzo como hoy “Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial”. Aunque existe una sola raza que es la humana, no se ha podido evadir la realidad de que hay seres humanos que desprecian a otros por el color de su piel o por sus facciones físicas, es decir, por su estructura biopsicosocial y al desdeñarlos afloran prejuicios, siempre por mirarse erradamente superiores.
La discriminación racial existe en todo el mundo y esta realidad no significa que debamos tolerarla. Que persista es una completa inconsistencia antropológica. Los racistas son verdaderos acomplejados, pero sobre todo ignorantes. Una persona formada en valores y cultivada en el conocimiento podrá romper las cadenas que pudiera haberlo atado en su entorno, generalmente el familiar o doméstico donde la exigencia es “el mejoramiento de la raza” como persiste en Perú.
Es verdad que físicamente no somos iguales, pero esa no es una razón para sostener o avalar conductas racistas. Hay hombres altos y hombres bajos. Hay hombres atléticos y hombres enclenques.
Aunque en el proceso histórico de la sociedad internacional los blancos, que controlaron los modos de producción, sometieron a los negros a la condición de esclavos e impusieron un dominio racista, poco se dice que los negros también son racistas respecto de los blancos. Por ejemplo, hay quienes afirman que los negros son más fuertes que los blancos. Aunque podrían serlo, para la ciencia médica a la que siempre debemos recurrir para no escribir disparates, sostenerlo es un completo error.
Óscar Ringo Bonavena (1942-1976), eximio boxeador argentino de peso pesado, en las 69 peleas que tuvo durante su carrera -murió asesinado-, solo perdió una antes del límite en combate y fue ante Muhammad Alí, el rey del box de todos los tiempos. En nuestro país el racismo sigue intacto.
Ricardo Palma lo denunció en el siglo XIX recordando que “el que no tiene de inga tiene de mandinga” y seguir desconociéndose es parte del drama nacional porque no somos capaces de acabar con la fractura histórica. Mientras no se dé la revolución educativa que libere al Perú de las cadenas de la ignorancia, el racismo nos seguirá dividiendo.