Día uno de tres. Impresiones del primer momento
Día uno de tres. Impresiones del primer momento

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Creamos Momento. Un espacio para conectarnos 60 participantes con el mundo andino (en esta primera edición) y su cultura. A la vez, desconectarnos de nuestros lugares de origen y estar abiertos a compartir cada uno su experiencia o rama de estudio. Participamos artesanos, académicos, cocineros, emprendedores, artistas y productores, en el hotel Inkaterra de Urubamba. Un grupo de gente mágica, que cuestionaba, que ponía temas relevantes sobre la mesa y expresaba éxitos o frustraciones, con positivismo, buscando alternativas para resolver. No hubo desánimo, ni desazón, sino más bien ganas de emprender misiones.

El primer día, Pía León tenía preparado algo especial, que hablaba de sus primeras sensaciones al visitar el valle. Una fiesta de maíces de distintas razas, en presentaciones diversas, choclos a la parrilla, ceviche, pasteles esponjosos, sopa, canchas, infusión de pancas, etc. Cada invitado, a su ingreso al hotel, recibía un vaso de chicha morada y se iba acomodando en mantas tendidas sobre la grama después de recibir algo de lo anterior. Nuestro mensaje: estás en otro mundo, uno en que gente come con la mano productos de la tierra, en contacto con el suelo, y corresponde pasarlo bien, y observar.

Nilda Callañaupa y textileras de Chinchero mostraron sus procesos de tinturas con plantas al fogón y su trabajo en diseños, contando su historia y lo importante de impulsar esta actividad en mujeres andinas. Ello se sucedía con la primera ponencia de Marino Morikawa -ya los vasos de chicha de jora circulaban, y los primeros cerveceros se animaban a probar la Del Valle-. Habló de realidad y quehaceres. Su carisma hizo que se convierta en uno de los personajes más entrañables. Era el día de la pachamanca. Las piedras estuvieron expuestas a brasas de eucalipto por horas. Gustavo Borja, cocinero, mostró en qué consiste el armado. Cubrió con piedras incandescentes las paredes del hueco en la tierra para luego acomodar las capas de alimentos según cómo se cuecen. Elegimos como madrina a Narda Lepes, cocinera y presentadora de TV argentina, que vertió un buen chorro de cerveza. Y de padrino a Isaac McHale, chef escocés que, siguiendo instrucciones locales, clavó al centro y de pie una cruz de madera con flores. Correspondía esperar.

El neurocirujano Atom Sarkar describió rutas cerebrales para percibir sensaciones y cómo experiencias (de comida) se almacenan en la memoria. Ello se enlazaba a la hospitalidad, al sentido de crear memorias en invitados, de hacer que algo sea memorable. Abrir la pachamanca fue un espectáculo que todos esperábamos y comer juntos para celebrar. Grandes fuentes tendidas sobre mantas de esteras dejaron tubérculos, habas, humitas y carnes disponibles para probarse. Un vistazo a la potencia de nuestra cultura, y de un método de cocción bajo la tierra increíble. El proceso de la chicha de jora iba a mirarse de cerca en una casita caminando 10 minutos. De adobe, típica, con luz de lamparines. Eran cerca de las 7 p.m. y empezó a llover con fuerza, así que con impermeables y paraguas, emprendimos ruta entre los maizales. La viola de Fabrizio Cavero llenó ese espacio de música suave. Entrar era ingresar a un nuevo mundo misterioso, cálido, de maíz y de historias antiguas. La sensación de ser parte de un culto, uno inclusivo.

Daniel Silva cerró el día con un corto reflexivo sobre la situación actual de la pesca, mostrando además una cultura viva al norte peruano, de caballos de totora y esperanzas. Una de las salas del hotel parecía sala de estar dentro de la casa de alguno. Luz tenue, y bolsas de papel rellenas de crujientes de tubérculos con salsas para picar se repartían entre la audiencia, tal vez agotada de un día de emociones. O a la expectativa de un gran día dos. Si bien Momento comenzaba aquí, se iban sentando las bases del ánimo de los demás días y comenzábamos a felicitarnos por haber conseguido llegar, y agrupar a tanta gente con actitud inmejorable. Estas personas que te hacen pensar que se pueden construir mil cosas.