En los años 70, el general Edgardo Mercado Jarrín destacaba que la seguridad nacional no está representada únicamente por la defensa del territorio, ya que existen diversos factores de desequilibrio económico-sociales que –sumados al complejo fenómeno de la dependencia externa y a todo aquello que interna y externamente afecta sustancialmente la vida de la nación– llegan a mellar al plan de desarrollo trazado y a los objetivos nacionales, lo cual explica porqué la seguridad y el desarrollo constituyen “dos conceptos interdependientes, consustanciales y por lo tanto, cuanto se haga en desmedro de uno de ellos, habrá de repercutir negativamente contra el otro”.
Los hechos comprueban que lo dicho por tan distinguido militar sigue vigente, pues la afectación al desarrollo nacional deviene de múltiples dimensiones, incluso por la vía de nuestra imagen internacional, lo cual podría generar mayor incertidumbre en los inversionistas.
La crisis migratoria en Arica (problema que Chile llevó hacia Tacna); y el inaceptable documento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre la situación de la República del Perú en el contexto de las protestas sociales –con falsedades, falacias y omisiones– ejemplifican la necesidad de mejorar la comunicación estratégica evitando que se deforme la realidad y que no se distraigan los esfuerzos en provecho de la reactivación económica.
Bajo estas consideraciones, tampoco se debe descuidar a quienes están en contra de la unidad nacional (aquella que el gobierno trata de impulsar con el nombre oficial de este año), toda vez que en Puno el intento secesionista no ha cesado, inclusive recientemente emplearon a niños en la provincia de Azángaro, manipulándolos para crear condiciones políticas que no convienen al país. También, importa leer adecuadamente la Constitución respecto a las responsabilidades de mayor nivel, que fácilmente puede entenderse si se recurre al texto especializado: el Diccionario de términos militares.