Sería bueno saber en estos momentos, dónde ha quedado la capacidad de indignación de los peruanos ante la presencia en Palacio de Gobierno de Pedro Castillo y su familia, que sin duda alguna llegaron al poder para llevarse todo lo que estuvo al alcance de sus manos desde el primer día, tal como lo viene demostrando el Ministerio Público en sus pesquisas.
A todo el escándalo de ineptitud y corrupción, se suma ahora la liberación del asesino de policías Antauro Humala, el cabecilla del “Andahuaylazo”. ¿Ante la excarcelación de este sujeto no hay malestar? ¿Nadie va a lavar banderas ni a marchar hacia la Plaza San Martín? ¿Por qué no hay campañas ni protagonista de las redes sociales llamando a ponerse las zapatillas para protestar? En los últimos meses todo lo malo que puede haber en un gobierno, se ha “normalizado”. Tan es así que el gobierno ya no teme a la reacción que pueda haber por la excarcelación de su socio Humala, pues sabe que nadie hará nada.
A este paso, es posible que en cualquier momento el régimen haga una barbaridad como cerrar el Congreso de manera ilegal, encarcelar a los opositores, tomar los medios de comunicación o buscar mecanismos truchos para su asamblea constituyente, pues sabe que los “indignados” son cosa del pasado o solo se expresan ante personajes de otras tiendas políticas.