Hace algunas semanas regresó a la programación de Latina, “Yo Soy”, espacio de imitación de cantantes que apareció por primera vez en las pantallas locales el 9 de abril de 2012. Desde el inicio de sus emisiones, el desfile de talentos en el proceso de casting, y luego en la etapa de los conciertos, logró captar la atención del televidente que apoyó una propuesta que hasta 2022 había presentado 34 temporadas; que incluyeron revanchas, batallas y hasta una edición dedicada a los niños. Tras tomarse una pausa de tres años, el programa retorna con la misma fórmula que le dio el éxito y se ha convertido en el más visto del canal de Jesús María, que busca seguir creciendo en el horario estelar. Pero, así como la audiencia los respalda, también con ese reconocimiento del público, han vuelto a llegar los cuestionamientos de si realmente la imitación es un arte o simplemente un recurso fácil para subirse al coche de la popularidad de un artista y ganar fama. Pues, aunque les duela a algunos, plantarse sobre un escenario, presentar un personaje y replicarlo lo más parecido al original requiere de mucho trabajo, en pocas palabras: sí es arte. La imitación de cantantes famosos requiere habilidades técnicas y creativas para reproducir la voz, el estilo y la interpretación de otro artista. Los imitadores deben tener una gran capacidad para analizar y reproducir la técnica vocal del artista original, capturar la esencia y el sentimiento de las canciones y adaptar su propia voz y estilo para imitar al artista famoso que elijan. Te podrá gustar o no los integrantes del jurado, se podrá cuestionar sus decisiones respecto a los participantes, pero ese tributo musical a cantantes famosos que presenta un programa de televisión exige que los participantes desarrollen su talento y nos presenten una propuesta artística. “Yo Soy”, también ha generado una nutrida promoción de imitadores que se ganan la vida ofreciendo espectáculos inspirados en el artista que han imitado, y eso hay que resaltarlo, no satanizarlo. Lo ideal es que a partir de la admiración a un artista, el talento local desarrolle su propio estilo y no se quede eternamente en el personaje, que asegura un público cautivo, pero no hay una satisfacción más grande que el aplauso se sienta ante una propuesta original.