En medio de escenarios de riesgo que afectan a la seguridad nacional –como el tráfico ilícito de drogas, terrorismo y corrupción–  vivimos con otros problemas que aquejan a nuestra sociedad. Así, atestiguamos una crisis de los operadores de justicia, minería ilegal, crisis hídrica en la selva, inseguridad ciudadana, y para remate, la acción de la extorsión y el sicariato que coloca en jaque a la capital.

Esta problemática causa desazón en la población que cada día enfrenta inseguridades, aunque reiteradamente ha cometido el error de ir a las urnas sin reflexionar adecuadamente. Situación preocupante, pues –como decía el general José del Carmen Marín Arista, fundador del Centro de Altos Estudios Nacionales (CAEN): “si los miembros de la Nación se debaten en ínfimos niveles de vida desearán que se haga tabla rasa de las instituciones con la esperanza de que el nuevo orden de cosas mejore su situación y con la tranquilidad que le da sentir que si esa cosa no ocurre no habrá perdido nada, puesto que no tiene nada que perder”.

Para evitar que lleguemos a esa situación caótica, debemos actuar con  responsabilidad ciudadana, cumpliendo con la Constitución y las leyes, pero  también involucrándonos en la solución de nuestra compleja realidad, sin apasionamientos políticos, como se viene haciendo –desde 1950– en el “Centro de pensamiento del Perú”, lidiando contra agentes –con intereses distintos a la Nación– que pretenden desacreditar las ideas patrióticas que se exponen con la única intención de mejorar las condiciones nacionales.

Por eso, en su  74 aniversario, formulamos votos para que los profesionales de la comunidad del CAEN –superando a los adversarios del Perú– persistan en analizar los problemas existentes con el exclusivo propósito de formular propuestas para optimizar nuestra seguridad nacional y favorecer al cumplimiento del plan de desarrollo trazado en provecho del bienestar general.