En las últimas horas la extorsión y el sicariato han dado dos golpes brutales a los ciudadanos que se mantienen indefensos mientras el gobierno y el Estado en general parecen mirar a otro lado: el sábado colocaron explosivos en un local de diversiones en Puente Piedra, y ayer domingo por la madrugada han asesinado al cantante del grupo musical Armonía 10, Paul Flores, conocido como “Russo”, cuyo bus con casi 30 artistas y su equipo fue baleado cuando iba por la avenida Evitamiento.

Sería bueno saber hasta dónde vamos a llegar con esta ola de violencia que tiene al frente a un Estado perforado por la corrupción, la frivolidad, la incompetencia y la desunión, personificada en la “guerra” entre un ministro del Interior que ya no debería estar en el cargo, y una fiscal de la Nación que parece no estar dispuesta a cambiar a su ineficiente y politizada institución. ¿Se atreverá ahora el Congreso cómplice a censurar a Juan José Santiváñez? Apenas la semana pasada un gremio de colegios privados lanzaba una alerta sobre la cantidad de planteles de Lima que está siendo extorsionados, lo cual fue minimizado por autoridades del Poder Ejecutivo, y ahora nos venimos a dar con estos trágicos hechos que no hacen más que mostrar que estamos perdiendo la batalla contra la delincuencia.

Lamentablemente, mientras el Estado en su conjunto se mira el ombligo y no sabe qué hacer ante la ola criminal que los golpea, los peruanos siguen muriendo, recibiendo amenazas, pagando cupos y viendo cómo colocan explosivos en sus negocios. Es urgente un cambio de rumbo total en la lucha contra la inseguridad.