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Está confirmada la reunión entre el presidente de los EE.UU., Donald Trump, y su homólogo brasileño, Jair Bolsonaro, que no ha hecho nada para impedir que lo llamen el “Trump de Brasil”. Los dos presidentes tienen muchas cosas en común. Llegaron al poder trayéndose abajo a las clases políticas tradicionales en sus países y con un discurso radical, inesperado e irreverente. No forman parte del establishment y por esa razón sus pueblos mayoritariamente los eligieron, promovidos por la idea de apostar por lo nuevo, sabiendo capitalizar los hartazgos de sus conciudadanos. Ambos, que se han profesado expresiones afectivas durante el tiempo en que políticamente son visibles, son los jefes de Estado de las dos más grandes economías del continente y esa sola razón, de enorme peso en las relaciones internacionales, es suficiente para hacer del encuentro en la Casa Blanca, uno atestado de expectativas. Es probable que hablen de Venezuela, pero no se vaya a creer que Maduro es el principal motivo del encuentro. No. Hablarán del dictador venezolano, pero será un punto de agenda más y lo digo desde el puro realismo político que usted, apreciado lector, siempre quiere leer.

Trump, que cuida no incluir a Brasil en el patio trasero de Washington, busca que este poderoso Estado de la región se desmarque de China. No le hace ninguna gracia que Beijing penetre en América Latina, valiéndose de que Brasil es parte del BRICS, que integran, además, Rusia, India, China y Sudáfrica. Trump necesita frenar a los chinos, que siguen imparables. Ya le pusieron cabe con la guerra comercial y, ahora con Bolsonaro, la Casa Blanca no ha encontrado mejor contexto para ese objetivo. Bolsonaro lo sabe de memoria, porque tiene una diplomacia prospectiva y, por eso, se va a sentar en una mesa con Trump para pedir lo de siempre: 1) Su aspiración máxima de ingresar en el Consejo de Seguridad de la ONU; y 2) Penetrar en la Cuenca del Pacífico, saliendo por las costas de alguno de nuestros países. Brasil, en algún momento de la historia será hegemón -cuenta con las condiciones geopolíticas para ello-, y por eso Itamaraty es maximalista, concretando, a solo 2 meses y medio de llegar Bolsonaro al poder, su encuentro con Trump.