No podemos saltar de escándalo en escándalo, de mal pronóstico en mal pronóstico, de mal gasto en mal gasto, porque perdemos gobernabilidad y no le hace bien al país.
En la década de 1960 se descubrió que una corriente local que afectaba la costa norte del Perú tenía repercusiones en todo el Pacífico tropical. Una vez identificado el evento, se logró desarrollar un modelo físico realizado en 1969 por Jacob Bjerknes, y posteriormente por Rasmusson y Carpenter. En 1982, se analizaron los patrones atmosféricos del Pacífico, revelando ciclos interesantes en las variaciones de los patrones de presión atmosférica, denominado ENOS (El Niño Oscilación Sur). El calentamiento del océano es solo un indicador claro y lento de este evento.
Hoy algunos científicos intentan redefinir esta variación recurrente con nombres llamativos, generando confusión y daños irreparables. Debemos poner fin a esto, ya sea el Niño Global, Niño Costero, Niño Modoki, Niño Andino, Niño Godzilla, etc., incluyendo sus categorías, abreviaturas e instituciones que utilizan expresiones como FEN, Niño, ENFEN, ERFEN, CIIFEN, etc., pues esto se ha convertido en un caos para todos aquellos que debemos enfrentarlo.
A nivel internacional y científico, se le conoce como ENOS. No es mi deseo, pero basándonos en la realidad, ¿qué se hace si algo no funciona? Se corrige o se descarta. No se mantiene indefinidamente porque ya no es relevante.
Tenemos la costumbre perniciosa de asignar mil nombres a lo mismo, donde solo un término es correcto y los demás son meras modas de algún personaje que las pone en circulación. Toda esta incertidumbre deja espacio para la pérdida de confianza en nuestras instituciones, simplemente porque no nos expresamos correctamente. Me alegra leer varios comentarios de compatriotas peruanos defendiendo la causa y reconociendo los errores. Creo que podemos comenzar de cero hablando con claridad.