Resulta preocupante para el país que en pocos días tengamos como fiscal de la Nación a Carlos Ramos Heredia, no porque sea primo de Nadine Heredia, sino por la forma en que, como fiscal supremo a cargo de control interno, bloqueó los intentos que desde el Ministerio Público se hicieron para poner en vereda al presidente regional de Áncash, César Álvarez, y su presunta red de corrupción.

Muchas irregularidades que hoy son materia de investigación por parte de la Policía, la Contraloría y el propio Ministerio Público, pudieron evitarse si es que Ramos Heredia no hubiera sancionado y hasta despedido a magistrados de la provincia del Santa que desde hace mucho tiempo le venían siguiendo los pasos al amigo y socio del legislador de Solidaridad Nacional (SN) Heriberto Benítez.

Es lamentable que los fiscales supremos hayan elegido como titular del Ministerio Público a un personaje que tiene muchas cosas que aclarar por su accionar frente a la presunta red de Álvarez, que se ha convertido en un caso emblemático de lucha contra la corrupción y mal manejo de los beneficios de la descentralización y de los millones de canon minero, que además involucra a varios estamentos del Estado.

La elección de Ramos Heredia, que además se produjo luego de sacar del camino a otros magistrados que pudieron poner en peligro el resultado de la votación entre los fiscales supremos, se ha realizado en el peor momento y no hace más que aumentar la desconfianza de la ciudadanía en sus instituciones, no por su parentesco con la Primera Dama, sino por todo lo que tiene que aclarar con respecto a Áncash.