Un nuevo y grave suceso amenaza el presente y, lo que es aún más preocupante, el futuro del Perú. Según la última Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES-2024), la desnutrición crónica en niños menores de 5 años ha aumentado de 11.5% a 12.2% en el último año. Este incremento, aunque pueda parecer numéricamente pequeño, tiene implicaciones devastadoras para el desarrollo de una generación que se ve obligada a crecer en condiciones de extrema vulnerabilidad.

La desnutrición infantil no es solo un problema de salud; es un indicador de fallas estructurales en las políticas públicas. Comprometer el bienestar de nuestros niños es comprometer el futuro del país. Sin embargo, la respuesta del Gobierno a esta crisis parece inexistente. Mientras la realidad muestra un panorama sombrío, la presidenta Dina Boluarte y sus ministros actúan como si el país estuviera en un estado ideal, ignorando las señales de alerta que deberían motivar acciones inmediatas y decisivas.

Otro dato alarmante es el de la anemia infantil, que afecta al 42.8% de los niños entre 6 y 35 meses de edad. Esta situación pone en peligro a casi la mitad de los niños en una etapa crucial de su desarrollo, afectando no solo su salud a corto plazo, sino también su capacidad cognitiva y su futuro rendimiento académico y laboral. Sin embargo, lo más preocupante es la falta de planes y estrategias por parte del Gobierno para combatir estos problemas.

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