Del ingenio humano se pueden extraer enseñanzas sutiles. En esta ocasión, nos detendremos en un precioso manto medieval, para pensar la política de nuestro tiempo. Enrique II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (para situarnos en coordenadas temporales, Enrique II, gobernó desde el año 1014 al 1024, que es el año en el que falleció), en enero del año 1020, con motivo de una reunión solemne que iba a sostener con el papa Benedicto VIII, mandó a fabricar un manto. El manto de Enrique II, que pertenece al arte medieval y que actualmente se encuentra en el museo Diocesano de Bamberg, en Alemania, fue bordado con seda y oro. Este manto tiene una simbología profunda, que conviene analizar. Fijémonos en los detalles del manto: “En la centralidad aparece Cristo, junto a los tetramorfos-figuras humanas zoomórficas, o cuatro evangelistas con sus respectivas representaciones animales, la virgen María y san Juan Bautista, entre otras figuras relevantes de la historia”. Estas figuras no solo son elementos decorativos del manto del gobernante, sino que son signos o manifestaciones visibles, que expresan con profunda claridad ¡cómo y en quién piensa el gobernante! Las referencias cristianas, demuestran la altitud de su pensamiento, evidencian la elevación de las ideas del poderoso político, y las aspiraciones de gobernar con justicia y perfección. Ahora, deberíamos preguntarnos, quiénes son los referentes de nuestros gobernantes actuales, ¡en quién se sostienen y en quiénes piensan e inspiran! Les aseguro que si meditamos en este punto, veremos un signo más de la degradación de nuestra clase política dirigente.




