Mientras el ciudadano de a pie sufre por la delincuencia que mata, roba, trafica con drogas, extorsiona y hasta incurre en actos de terrorismo en la sierra de La Libertad, tenemos un ministro del Interior como Juan José Santiváñez, quien ayer ha pasado largas horas en el Congreso luego de haber sido puesto contra las cuerdas por un capitán de la Policía Nacional de dudosos antecedentes como Junior Izquierdo Yarlequé, quien habría grabado una conversación entre ambos ocurrida en un restaurante de San Borja.

Ante la Comisión de Fiscalización del Congreso, el mencionado policía ha reiterado que el diálogo en el que Santiváñez afirma que el delincuente Vladimir Cerrón logró escapar hacia el sur de Lima a bordo de un vehículo oficial asignado al Despacho Presidencial, es verdadero; mientras que el ministro afirma que no es su voz, sino que se trata de un montaje, una edición o un producto del uso de la inteligencia artificial. Ha añadido que es víctima de una campaña.

Imposible de entender por qué la presidenta Dina Boluarte y el premier Gustavo Adrianzén mantienen en el cargo a un ministro que desde el llano debería resolver sus problemas, para en su lugar nombrar a una persona que pueda dedicarse 24/7 a la lucha contra la criminalidad que todos los días cobra vidas y daña la economía. Pudieron relevarlo esta semana que termina, pero las cabezas del Poder Ejecutivo han optado por mantener a un funcionario que con tanto cuestionamiento, ya está chamuscado.

Un comentario aparte merece el capitán Izquierdo, quien en mi modesta opinión debería ser echado de su institución en el acto. Ha dicho ayer ante el Congreso que decidió grabar sin su consentimiento a su examigo que ya era ministro. en represalia a sus críticas al trabajo de la Diviac, unidad a la que pertenecía. Sería bueno saber si este es el procedimiento regular que debe seguir un subordinado ante las opiniones de un superior jerárquico con las que difiere. ¿Así forman ahora a los oficiales de la Policía Nacional?

En un momento tan crítico como el actual, el país necesita un ministro del Interior sin cuestionamientos para poner orden en una Policía Nacional contaminada por muchos agentes corruptos, y que se dedique a hacer frente a la criminalidad que está desbordada. Además, ¿qué hacía un ministro saliendo a cenar con un policía que según el propio Santiváñez, tenía dudosos antecedentes? La presidente Boluarte y el premier Adrianzén le deben una explicación al país por no relevar al examigo de Izquierdo.

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