El Perú, a través del canciller Elmer Schialer, aprobó -sin inmutarse y siguiendo las directrices de la titular del Poder Ejecutivo Dina Boluarte-, someternos a la resolución aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas del 22 de septiembre de 2024. El inciso d) de la Acción 8 de la A/RES/79/1, dice: “Aumentar significativamente las inversiones para eliminar la brecha de género, incluso en la economía del cuidado y del apoyo, reconociendo el vínculo que existe entre la pobreza y la desigualdad de género y la necesidad de reforzar el apoyo a las instituciones en relación con la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres”. Vamos a detenernos en este vicio particularmente grave, que aún la inteligencia globalista es incapaz de darse cuenta. La igualdad de género no se conquista imponiendo medidas para fijar cuotas de género. Esto, además de ser una ofensa para la inteligencia de la mujer, trastoca el fundamento de la meritocracia. Vemos una notoria persistencia en las políticas de género. ¡Este modelo único de pensamiento, donde todos los Estados deben someterse, ha sido aceptado por el Estado peruano! Y también en el inciso f) de la mencionada Acción, leemos: “Asegurar el acceso universal a la salud sexual y reproductiva y los derechos reproductivos según lo acordado de conformidad con el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, la Plataforma de Acción de Beijing y los documentos finales de sus conferencias de examen”. Todo este párrafo habla con lenguaje sofisticado y abstracto de un problema concreto, nos referimos a la aceptación del aborto, un crimen de carácter aberrante.