Transformación, renovación, regeneración, resiliencia, metamorfosis, reconversión, renacimiento y tantos otros sinónimos, nos traen a la mente el mito del “Ave Fénix”, el cual ha seducido a muchas civilizaciones a lo largo de la historia a través de su simbolismo de esperanza: un ave que se prepara para la muerte y resurge de sus propias cenizas, vigorosa y renovada. “No puedes evitar que las aves de la tristeza pasen por encima de tu cabeza, reza un proverbio chino, pero puedes evitar que hagan un nido en tu cabello”. Los seres humanos nacemos en nuestra propia dimensión y tiempo y experimentamos, a lo largo y ancho de toda nuestra vida, diversas experiencias que nos ponen a prueba todo el tiempo: que nos permiten elegir, que nos permiten experimentar y en ese camino, tomar muchas veces decisiones apresuradas, erradas, negativas, equivocarnos y, probablemente, llegar a fondos oscuros de los que pareciera no podremos salir y, sin embargo, siempre tenemos oportunidad de resurgir.

Equivocarnos, cometer errores, perder y ganar, son parte de esta aventura. 

El secreto no es pasar invictos sin equivocarnos, el secreto es justamente equivocarnos y ser capaces de reconocerlo, analizar lo que hicimos mal y tomar nuevas decisiones sin mirar atrás y sin someternos a la tortura de la culpabilidad. Hace poco conversaba con una persona amiga que no dejaba de pensar en la forma como había dilapidado una pequeña fortuna que había acumulado y no dejaba de culparse (y torturarse) por haber llegado a una situación de insolvencia económica por no haber tenido la precaución de razonar con más calma y tomar otro tipo de decisiones. Sin embargo, la “tortura mental” no es la solución.

Todo ser humano se enfrenta a desafíos de distinta naturaleza, ante los que es necesario actuar con prudencia si deseamos convertirlos en oportunidades de aprendizaje y crecimiento personal. Sin embargo, siempre tenemos capacidad de adaptarnos a situaciones distintas y a evolucionar. 

Ningún éxito es absoluto y ningún fracaso es el final. Lo importante es tener la valentía, como el ave Fénix, de renacer y de continuar.