Ayer, por fin, todos los regidores de la Municipalidad Provincial de Trujillo han decidido hacer lo que estaba pendiente desde hace varias semanas: suspender al ciudadano Arturo Fernández del cargo de alcalde, un puesto al que jamás debió llegar debido a su comportamiento que más allá de los procesos judiciales que afronta, lo descalificaba para estar al frente de una ciudad tan importante como plagada de dificultades que requieren ser atendidas por una autoridad responsable y en sus cabales.

En este problema al fin resuelto con la salida de Fernández, quien difícilmente volverá al cargo, hay varias aristas que analizar. La primera es cómo un sujeto como este, quien se hizo conocido solo por colocar “huacos eróticos” de plástico en el distrito de Moche y por insultar a cuanta mujer tenía al frente, pudo ser elegido por ciudadanos que venían de tener un burgomaestre que en sus cuatro años de gestión más se la pasó en calidad de prófugo de la justicia que en su despacho atendiendo los problemas de los trujillanos.

También hay que poner una mirada en Somos Perú, la agrupación política que lo lanzó como candidato a una alcaldía tan importante. Sin duda prefirieron poner a un impresentable mediático que jale votos por sus inconductas y arrebatos, antes que un profesional competente que haga una buena gestión. Este partido que antes fue importante, si es que realmente se le puede llamar partido, debería ser sancionado por los ciudadanos en las urnas durante los próximos comicios.

La elección y salida del cargo de este sujeto al que ningún funcionario que se respete le duraba en el cargo y que fue enviado a terapia sicológica por insultar a mujeres cada vez que le daba la gana, algo que también hacia con periodistas y regidores, se da en momentos en que Trujillo como otras ciudades del norte, necesita autoridades a la altura del inmenso reto que significa la llegada del fenómeno El Niño. ¿Qué obra habrá podido hacer Fernández si desde que inició su gestión estaba ya con un pie afuera?

Acá los únicos responsables de haber puesto a este caballero como alcalde en un momento tan crítico son Somos Perú, y los trujillanos que votaron por él, cuando cualquier otro postulante lo hubiera hecho mejor. El Niño viene y ojalá la capital liberteña no pague las consecuencias de haber convertido en su alcalde a quien ahora dice que aspira a convertirse en el próximo presidente del Perú. Esto último debería dar solo risa, pero si en 2021 han elegido a Pedro Castillo, cualquier cosa puede pasar. Advertidos estamos.

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