La izquierda chilena con el presidente Gabriel Boric a la cabeza ha tenido que morder el polvo de la nueva derrota sufrida el domingo último en las elecciones constituyentes. Movieron cielo y tierra para tener una Carta Magna a la medida de su demagogia y anacronismo, pero a la hora de la hora los ciudadanos del país del sur votaron mayoritariamente por la derecha, por lo que ahora sus representantes podrán redactar la nueva Constitución tal como les parezca. Los camaradas fueron por lana y salieron trasquilados.

Con este revés en las urnas, en los próximos meses el izquierdista Boric quizá se vea obligado, de acuerdo a los dictados de la democracia, a poner en vigencia una Constitución que estaría más a la derecha que la odiada Carta Magna firmada durante su mandato por el general Augusto Pinochet, la cual, valgan verdades, ya había sido objeto de diversas reformas tras la dictadura para eliminar en gran parte el “legado” del tirano, que ahora ha sido reivindicado por los electores.

A lo mejor los chilenos están comenzando a darse cuenta del inmenso error que cometieron a elegir como presidente a Boric, quien no es más que un producto muy efímero de la efervescencia, el calor de las violentas protestas y el “momento constituyente” de octubre de 2019. En medio de todo eso votaron por un joven izquierdista que hasta antes de llegar a La Moneda nunca había hecho nada productivo en su vida y que solo sabía de protestas estudiantiles y de salir a reclamar en las calles. 

Los peruanos debemos observar muy bien lo que sucede en Chile, pues para la izquierda local trasnochada y defensora del golpista y corrupto de Pedro Castillo, estamos también en un “momento constituyente”, aunque acá ni sepan qué artículos quieren cambiar. Si no me creen, pregúntenle a las congresistas Kelly Portalatino o a María Agüero –sí, la que tiene casas en Estados Unidos, pero habla pestes del sistema capitalista–, que hace poco dieron vergüenza ajena al mostrar en televisión que no sabían ni dónde estaban paradas.

Chile está despertando ante el desastre que implica tener a Boric y a la izquierda en el poder. Seguir en esa línea significaría llevar al hasta hace poco país más próspero y sólido de la región, por la ruta del abismo. Es el camino que también debemos seguir los peruanos tras ese bache irresponsable que fue elegir a Castillo y ponerlo en Palacio de Gobierno, en un momento tan crítico como el que nos dejó la pandemia. Si hay políticos locales que aman el sistema que impera en Cuba y Venezuela, quizá sean bienvenidos allá.

Chile está despertando ante el desastre que implica tener a Boric y a la izquierda en el poder



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