La muerte, el pasado 3 de abril de Flor Sheiza Quispe Sucapuca, para sus seguidores “Muñequita Milly”, sigue generando polémica y conmoción por la causa de su terrible fallecimiento, y además, porque termina abrúptamente, a los 23 años, con la carrera de una joven que se proyectaba como una de las figuras más importantes del huayno sureño. Como usualmente sucede, con estrellas importantes del interior del páis, Lima, la gran capital, recién se entera masivamente de su existencia, paradójicamente cuando esta termina. Pero su trágica desaparición, por una supuesta negligencia médica, nos lleva a reflexionar sobre lo sucedido, que no solamente atañe a una decisión personal de someterse a una intervención de cirugía estética.
Si revisan las redes sociales de la cantante, que había sido mamá hace poco, hay muchos comentarios hirientes, desgradables y agresivos, de supuestos seguidores que se burlaban de su físico con una crueldad pocas veces vista, tener unos kilos demás para cierta gente vale más que el talento. Y tras la tragedia, muchos programas de televisión cubrieron el caso, se indignaron, dieron la información en todos sus aspectos, pero esos espacios son los mismos que hacen bloques completos en los que se convocan a “especialistas” en cirugía estética para comparar el antes y después de las estrellas locales, banalizando totalmente lo que significa una operación de este tipo. Lo peor, es que presentan a médicos que se prestan para el show y les dan validez profesional, que termina en que finalmente la gente acuda a ese especialista que avala la pantalla chica.
Lo sucedido con Muñequita Milly nos debería llevar a reflexionar sobre las exigencias de los medios de comunicación a las figuras del ambiente artístico, a las que no se les permite tener una figura que no vaya con los estándares de una Barbie. Una cosa es incentivar a una dieta sana por salud, y otra a apelar a presumir de un rostro y cuerpo de muñeca para lograr la aceptación de una industria cada vez más agresiva y cruel. La meta de una “mujer perfecta” y “arreglada” que se promueve en los medios de comunicación no es saludable, afecta la autoestima de hombres y mujeres que harán todo lo posible para ser aceptados a costa de todo; a costa muchas veces de su propia vida.