¿Quién será el próximo vecino de Pedro Castillo en la Municipalidad de Lima? La pregunta reviste importancia porque la hermosa Plaza Mayor merece respeto y no puede convertirse en el epicentro de la incapacidad con un alcalde que guarde sintonía con el actual inquilino de Palacio de Gobierno, que -como vemos a diario- predica la incompetencia total permanente. El Perú, empezando por su capital, requiere mejor suerte con sus autoridades.

He ahí la trascendencia de los comicios del domingo 2 de octubre, mes del Señor de los Milagros, y habrá que apelar a la ayuda celestial para que la población se ilumine y ponga a Lima en manos de un burgomaestre que vea más allá de su nariz y atienda con visión y autoridad las urgentes necesidades de la gran metrópoli. Si uno revisa la retahíla de candidatos, el cometido parece imposible y, por eso mismo, requerimos que se haga el milagro en las ánforas.

Según las encuestas, a estas alturas de la campaña, más del 50% de los limeños ya han decidido su voto. Un buen otro tanto lo está pensando y el debate de ayer de todas maneras incidirá en la decisión final. “No hay tal cosa como un voto que no importe. Todos son importantes”, decía Barack Obama. “Tienes que votar: vota, vota, vota. No hay más, es la manera como avanzamos”, acotaba su esposa Michelle Obama. Y de eso se trata, de hacerse cargo del destino de la ciudad.

El desorden, la inseguridad y el caos vehicular, por mencionar solo tres crónicas demandas, aguardan por una mano firme que obtenga resultados tangibles. Y claro que sea una buena persona porque, como tal, no le robará a su vecino. ¡Que los astros nos sean propicios!