Los resultados de la segunda vuelta apuntan a que Pedro Castillo será el presidente del Bicentenario. Tras una jornada tensa y de polarización, solo cabe esperar el resultado definitivo de las instancias electorales.
Keiko Fujimori está perdiendo por tercera vez y, como en el 2016, anuncia que no reconocerá su derrota al plantear supuestos “indicios de fraude”. La democracia para Fujimori solo se respeta si ella gana, en caso contrario hay que desconocerla. Qué rápido se quita las credenciales democráticas, para vergüenza propia y ajena. Está anunciando serios problemas para la gobernabilidad, y esperemos que se le pueda frenar.
La valla para Pedro Castillo, cristiano, creyente, maestro, es alta. Los que le dieron su voto esperan cambios sin corrupción. Esa mayoría silenciosa no votó por el comunismo, ha votado por el reconocimiento efectivo de sus derechos y por ejercerlos diaria y cotidianamente como corresponde.
Han votado por Pedro Castillo millones de peruanos que se sienten excluidos por un modelo económico que vuelve más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, aumentando la desigualdad.
Es el voto y la presencia indiscutida de los “zorros de abajo” de José María Arguedas, los campesinos de los que hablaba José Carlos Mariátegui en “El problema de la tierra”, de todos los que ignoraron la campaña de miedo de convertirnos en “una nueva Venezuela” de Fuerza Popular, porque no tienen nada que perder y sí mucho por ganar. El magnífico Manuel Scorza debe sentirse feliz
Emitió su voto el Perú de abajo, el de los excluidos, el de todas las sangres. Ese voto quiere y debe ser escuchado. El Perú no puede seguir ignorándolos, porque son todo un pueblo ejerciendo su derecho a reclamar una vida digna.