El empleo formal es la vía más segura para reducir la pobreza y la desigualdad, de acuerdo con el Banco Mundial. En ese sentido, los responsables de formular políticas deben intensificar sus esfuerzos para hacer crecer las economías, de manera que se creen puestos de trabajo y empleo de alta calidad, asegura la entidad internacional. Asimismo, enfatiza en que los países no pueden reducir pobreza sin mejorar también el bienestar de las personas de manera integral, lo que incluye un acceso más equitativo a la salud, educación, infraestructura en general y los servicios básicos. No menciona a los programas sociales como una herramienta para reducir la pobreza, contrariamente a la “estrategia” que implementaría el Gobierno en 2025. Según lo expuesto en el Mensaje a la Nación por 28 de julio, el próximo año se entregaría una transferencia monetaria bimestral a hogares urbanos en condición de pobreza extrema, para contribuir con su canasta alimentaria. Si bien el asistencialismo apoyaría de manera temporal en una población particular, no es suficiente para superar sostenidamente la pobreza. Ya lo dice el proverbio chino: “Dale un pescado a un hombre y comerá hoy. Enséñale a pescar y comerá el resto de su vida”. Las políticas para reducir la pobreza deben apuntar a programas productivos, que desarrollen de capacidades, para mañana más tarde no depender del asistencialismo del Estado. En esa línea, la colaboración público-privada es fundamental para generar incentivos para los beneficiarios, sea en la forma de negocios propios, o sumándose a un mercado laboral formal y competitivo. De una u otra manera, percibirían ingresos y desarrollarían habilidades, lo que mejoraría permanentemente su capacidad adquisitiva y el consumo de sus familias. Tengamos siempre presente que la inversión, más aún la privada, genera mayores oportunidades y es la principal herramienta contra la pobreza. El pueblo no quiere asistencialismo, sino que le enseñen a pescar.

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