Las personas que se educan en países con una fuerte cultura jerárquica llevan marcado en su ADN actitudinal algunas disposiciones al trabajo en equipo distintas a las de quienes lo hicieron bajo una cultura más democrática.
Anicich, Swaab y Galinsky estudiaron a los equipos de escaladores del Himalaya por sus diversos orígenes nacionales. Analizaron datos de 30,625 escaladores de 56 países en 5,104 expediciones grupales. Encontraron que los equipos de países con cultura jerárquica tuvieron más ascensos exitosos a la cima pero también más muertos en el intento. En los más jerarquizados, al limitar a los miembros de bajo rango para que expresen sus preocupaciones, perdían la oportunidad de corregir deficiencias que causaban las muertes de escaladores ante circunstancias imprevistas. En los grupos menos jerárquicos, las personas de menor rango hablaban y compartían información relevante, con lo que identificaban de manera efectiva los errores críticos evitando consecuencias fatales. Así, se puede predecir que los valores jerárquicos del país de origen ejercen influencia sobre los individuos incluso cuando están lejos de casa.
Guardando las distancias, podemos imaginar la diferencia en el respeto a la vida de una población que vive bajo patrones democráticos (en el que los fines no pisotean los derechos humanos) y los dictatoriales (en el que los fines desestiman los costos de afectar los derechos humanos), y la importancia que tiene para el futuro de las naciones crear condiciones de vida democrática desde la escuela, que en América Latina sigue siendo bastante dictatorial.