He visto varias veces el corto video colgado en las redes sociales sobre el instante en que un menor de 17 años lanza un fulminante puñetazo en el rostro del presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, estropeándolo y de paso haciendo añicos sus gafas, y tengo algunos comentarios, no sin antes condenar el nefasto episodio. 1° La seguridad del presidente del gobierno español, el político de turno de más alto cargo en el destino de España, no funciona. No es posible que su equipo de seguridad no haya podido detectar las verdaderas intenciones del joven. Rajoy es un candidato y mil ojos debieron estar junto a él. La escasa o casi nula reacción inmediata de su seguridad lo hizo más bien vulnerable. 2° Todos los políticos sin pérdida de tiempo han condenado la agresión contra Rajoy y eso está muy bien, e incluso más de uno ha expresado que lo ha sentido como propio, como sucedió con el líder y candidato de Ciudadanos, Albert Rivera. Lo cierto es que tratándose de un suceso aislado o no, enturbia la campaña electoral. 3° Aunque parezca descabellado, la situación de víctima en que ha caído Rajoy, obviamente sin proponérselo, puede terminar favoreciéndolo a poquísimos días de las elecciones para las Cortes Generales. 4° No es la primera vez que un político es agredido, le sucedió al primer ministro italiano Silvio Berlusconi en Lombardia (2009), en que recibió un grave golpe en la cara por un psicópata, y a George W. Bush en Bagdad (2008), cuando un periodista iraquí le lanzó sus zapatos en plena conferencia de prensa. Sin embargo, así no es la política y jamás debe serla ni parecerla. La violencia solo la deteriora.