El hombre que gobernó España con mano dura, hay que decirlo, entre 1936 y 1975, fue enterrado un día como hoy, en el histórico Valle de los Caídos, tres días después de su muerte. Fue protagonista del golpe de Estado que acabó con la denominada Segunda República y figura política central durante la Guerra Civil Española (1936-1939).

El año pasado fue finalmente exhumado y sus restos yacen depositados en la cripta familiar de Madrid junto a su esposa Carmen Polo. Querido u odiado por la mitad o algo más o algo menos del reino, Franco debe ser valorado con objetividad en la historia de la nación ibérica.

De un lado, fue imputado de violaciones sistemáticas de derechos humanos, crímenes y desapariciones forzadas -”terror blanco”-, y de otro, fue avivado por los nacionalistas y protectores del catolicismo español que veían en los republicanos una seria amenaza a la vigencia histórica de España.

Señalado amigo de Benito Mussolini y de Adolfo Hitler, Franco, se esforzó por desmarcarse de ellos con poca suerte en el imaginario de la política internacional; sin embargo, sacó al país de la pobreza material -España era nación europea occidental del llamado Tercer Mundo- y encaminó al país.

Contó con el apoyo de Estados Unidos que no quería que fuera ganado por la órbita de la Unión Soviética durante la Guerra Fría.  Franco no fue ningún santo y sería cretino negarlo como mezquino también negar que impulsara y estableciera las bases para el vanguardismo económico de España, devolviéndole en el ocaso de su vida, su monarquía pues había preparado para ese momento a Juan Carlos de Borbón, hecho rey a su muerte.

Franco dividió el país y por eso su entierro en el mismo lugar en que fueron sepultados en tumbas comunes las víctimas de la represión, no permitió curar las heridas dejadas por su mandato como el caudillo de España pero, también hay que decirlo, haber retirado sus restos del Valle de los Caídos, tampoco lo hará. Pedro Sánchez, jamás debió volver la exhumación de sus restos una promesa de campaña política para convertirse en presidente del Gobierno. Lo que no puede hacerse, guste o no, es borrar a Franco de la historia y memoria españolas.