El gobierno de los Humala Heredia va terminando con una gran crisis ética y política. Llama la atención el discurso de quienes parecen vivir en un mundo paralelo. A comenzar por el propio Humala. Hablan de persecución mediática y de colisión del Ejecutivo con los otros poderes del Estado. De acoso del Congreso y del Poder Judicial, en especial del MP y por supuesto del TC. El Gobierno es una inexperta víctima que no sabe cómo defenderse y comete torpezas, no barbaridades, como la destitución de Julia Príncipe. Pasan por alto la evidente usurpación del poder de Heredia y los indicios de lavado de activos a partir de la financiación venezolana al Partido Nacionalista. Tampoco reparan en las presiones oficiales para blindarla e impedir las investigaciones que podrían determinar prisión para ella y algunos de su entorno. Los principales autores del drama son Alan García y los medios de la derecha, principalmente los calificados como concentrados. No reconocen el desgobierno ni el problema económico ni el masivo abandono de nacionalistas de un barco que hace agua. Sin controlar su ego y sin autocrítica posible, la superpoderosa se pinta como pobre desamparada por la justicia, pues el TC no quiso avalar el ilegal hábeas corpus que la protegía. Una ciudadana de a pie blindada por todo el aparato del Estado, incluyendo la televisión y los ministros que sacrifican trayectorias democráticas, como Cateriano, para cumplir la consigna de salvarla. Puede ser que el APRA y el fujimorismo hayan sido beneficiados con el desgaste de la pareja, pero no han escrito sus agendas ni presionado al PJ ni perseguido a los adversarios judicializando la política y transfiriendo a los jueces el poder que ahora se vuelve contra ellos. Nada más fugaz que un periodo de gobierno. Quien cree que durará toda la vida vive fuera de la realidad.

TAGS RELACIONADOS