Enfrascados como estamos en la guerra civil política a la que nos ha arrastrado nuestra clase dirigente, hemos olvidado por completo las políticas de largo aliento que deberían estar en la mente de los que gobiernan. Pienso, por ejemplo, en el futuro del país y en cómo ese futuro tiene que estar vinculado a la innovación. En tal sentido, debemos mirar el ejemplo de otros países donde, a pesar de los vaivenes del poder, se mantienen políticas de Estado sin importar qué facción gobierne. Es el caso de Chile que mantiene en Boston, la capital del mundo en educación e innovación, una oficina patrocinada por su gobierno y sus empresas llamada “ChileMass”. Esta organización se encarga de movilizar profesionales, startups y profesores para que Chile aproveche al máximo las ventajas competitivas del ecosistema emprendedor y educativo de Boston, el más importante del mundo.

Pequeñas representaciones creadas para propósitos concretos (vincularse a la capital de la educación en el mundo) son fundamentales si un país busca expandirse y consolidar su desarrollo. Y sabemos a ciencia cierta que sin educación de calidad el desarrollo es prácticamente imposible. Si algo nos ha enseñado la historia es que los modelos pueden ser exportados desarrollando el talento humano y el desarrollo del talento en un mundo globalizado por fuerza debe contemplar la dimensión internacional. O conocemos el mundo o conocemos muy poco.

Para esto, por supuesto, hacen falta visionarios con capacidad de actuar local y globalmente. El futuro se mueve a la velocidad de los visionarios. El Perú debe apoyar iniciativas como esta, promoverlas, darlas a conocer y pensar en grande cuando se trata de dar un salto cualitativo. ¿Para qué sirve el Estado si no es para fomentar el desarrollo?

TAGS RELACIONADOS