En nuestra edición de ayer de Correo Lima hemos dado cuenta de al menos 10 maniobras adoptadas por congresistas y trabajadores con la evidente intención de impedir que se llegue a la verdad sobre la presunta red de prostitución en el Legislativo, lo que sin duda refuerza las sospechas de que algo muy nauseabundo ha estado sucediendo frente a la Plaza Bolívar.Lo más grave es que entre esas maniobras obstructivas se ha producido un ataque a tiros que ha costado la vida de dos personas, entre ellas una extrabajadora parlamentaria. A eso hay que sumar el borrado de imágenes de cámaras de seguridad, las idas y venidas en la Comisión de Fiscalización que parece estar arando en el mar y la farsa del robo de un celular.
Pocas veces se ha visto un velo tan oscuro alrededor de un hecho que vincula a políticos y gente con poder, aunque efímero. Impresionante es, también, la manera en que los presuntos implicados se tiran la pelota para al final llegar a la conclusión de que nadie sabe nada. El expresidente del Congreso, Alejandro Soto, y su reemplazante, Eduardo Salhuana, han dado una cátedra de lavada de manos y miradas hacia arriba mientras se van silbando.
Queda a los ciudadanos exigir que se llegue al fondo de estos hechos. No podemos seguir siendo objeto de burlas, especialmente de personajes que son parte de un Congreso nefasto y plagado de gente ya no solo dudosa, sino probadamente implicada en actos dolosos de diversa índole.