Hoy se cumplen 143 años del Combate de Iquique, en que se produjo la extraordinaria proeza de Miguel Grau, aquella que le dio fama y gloria universales como el “Caballero de los Mares” y “El Peruano del Milenio” y que hoy, en el marco de la rendición de cerca de dos millares de soldados ucranianos en Azovstal, en Mariupol, ante las tropas rusas, su legado está muy presente y vigente. En efecto, el 21 de mayo de 1879, el emblemático monitor Huáscar bajo su mando, se enfrentó a la corbeta chilena Esmeralda, comandada por el capitán de fragata Arturo Prat, muerto en el combate por el cocinero de nuestra nave, que le propinó un sartenazo en la cabeza, falleciendo en el acto. Hundimos a la Esmeralda y sus náufragos salvados gritaron “Viva el Perú generoso”. En ese momento el hijo de Paita, ingresó en la galería de los grandes como Nelson en Trafalgar (1805), constituyendo su gesto de amor al prójimo, sin importar nada más que la vida humana, un hito para la novísima doctrina del derecho internacional humanitario. Por eso, con la aquiescencia de usted, estimado lector, en oportunidad del discurso que pronuncié en ocasión del 191° aniversario de la creación de la Marina de Guerra del Perú y 133° aniversario del Combate de Angamos, el 8 de octubre de 2012 y que ayer reiteré en el acto solemne en el Centro Naval organizado por el prestigioso Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú, hago eco de los incansables esfuerzos de la histórica Asociación Nacional Pro Marina del Perú, para que Grau, por su gesto en Iquique, sea considerado mundialmente “Precursor del Derecho Internacional Humanitario”, porque respetó como nadie en la historia del derecho de la guerra, el valor de la vida humana en medio de un conflicto armado como en Europa del Este. Grau, en una carta dirigida a Carmela Carvajal Vda. de Prat, en la idea de atenuar su dolor por la muerte del esposo, lisonja la figura del valiente chileno abatido en el combate. Grau y su proeza con montañas de humanidad deben ser difundidas como política de Estado y nuestro frente externo (embajadas, representaciones permanentes y hasta los consulados) debe abocarse en que el salvamento de los marinos chilenos, alcance el tamaño de legado ecuménico que merece. La Cruz Roja Peruana ha hecho su parte pero ahora corresponderá gestiones ante la Cruz Roja Internacional, y ante la ONU, el mayor foro político del planeta. Esa es la tarea.